Crisis, ¿recuperaremos la confianza en el sistema?

Aún después de varios años seguimos escuchando la palabra crisis en muchos lugares y situaciones, en la antigüedad estas crisis no eran algo tan negativo como lo entendemos hoy día, eran procesos de ruptura que ofrecían la oportunidad para reflexionar de manera crítica en las causas de ese derrumbe y aprender para el futuro.

Lo malo de esta crisis es que ha desencadenado una recesión global, aunque no es motivo para dejar de aprender de ello, es perfecta para con esta experiencia intentar mejorar, procesando la información de cómo se ha desarrollado puede ser de gran ayuda para el futuro.


El problema es en cómo aprender de algo que vemos tan negro, tan presente y, relativamente, tan complicado, las causas son varias y no sencillas de ver o entender, los implicados son muchos y sus errores son numerosos. Sin embargo hay dos conceptos que nos pueden ayudar a resumir toda esta incertidumbre, la ambición en un principio seguida de una terrible codicia.

La ambición es el detonante del cambio de patrones en las condiciones de mercado, esta ha hecho que todos queramos más que el de al lado y más que el de enfrente, es ahí donde las entidades financieras han aprovechado el filón, todo nos era posible con dinero y este nos era concedido, mientras no dejaba de especularse gracias a nuestras ganas de tener.

Esta ambición ha sido la punta del iceberg y la codicia del querer más y más ha sido el mal real ya que han jugado con ello por nosotros y ahora necesitamos un remedio.


La prudencia, aunque digan lo contrario, es una virtud del hombre de negocios, de aquel creado a sí mismo poco a poco y con paso firme, las decisiones debemos tomarlas sabiendo para qué y cómo, moderando la ambición siempre.

Debemos fiarnos del sistema financiero ya que si le quitamos confianza a otras personas trabajadoras como nosotros la sociedad podría desmoronarse pero debemos asegurarnos de que hay gente prudente en los cargos influyentes, que aprendan de los errores cometidos para evitarlos, igual que reflexionar nosotros mismos y no caer en tentaciones que nos lleven a la ruina.